Exposición

El arte que conecta

El Museo del Prado en Santander

13.11.2024 - 08.12.2024

MAS, c/ Rubio 6


Exposición

JOSÉ GALLEGO

Dibujos transitivos

25.10.2024 - 12.01.2025

c/ Rubio 6, Santander


Vista general de Talleres didácticos

Evento/Talleres didácticos

Talleres didácticos

06.11.2024 - 19.12.2024

Noviembre y diciembre en el MAS


[+pagetitle]]

Noticias

Calendario de actividades

Publicado en la web un calendario con los eventos organizados en el MAS.

Ver detalles


[+pagetitle]]

Noticias

Reapertura del MAS

El MAS reabre sus puertas después de las obras de reforma con una selección de sus mejores obras.

Ver detalles


[+pagetitle]]

Noticias

Presentación libro "MAScolecciones2021. Catálogo sistemático"

Viernes 24 de noviembre de 2023

Ver detalles


[+pagetitle]]

Noticias

Día Internacional de los Museos 2023

Jueves, 18 de mayo

Ver detalles


Volver Ver todas las noticias

La agriculce Rosalía Banet

*Autora: Ana Serrano Tellerí­a. Publicada en 'El Diario Montañés', el jueves 24 de diciembre de 2015, suplemento 'Sotileza'.*

 

Desde que se licenciara en Bellas Artes (1996) y obtuviera su doctorado (2003) por Arte y SIDA en España, la obra de esta artista madrileña (1972) se caracteriza por su constante crítica a un sistema "caótico, alienador y deshumanizado", "que nos hace vivir en permanente conflicto y desequilibrio con nuestra esencia y entorno".

 

El MAS / Museo de Arte Moderno y Contemporáneo de Santander y Cantabria, posee en donación (2013) su Fábrica de Conservas Agridulces "Las Golosas" (2009) – hasta el 31 de enero de 2016 en el EspacioMeBAS -, "la pieza de mayores dimensiones y de mayor complejidad en cuanto a su producción de todo el trabajo que he realizado hasta ahora. Y sin duda es, también, una de las de más relevancia dentro de mi carrera, no sólo por la enorme difusión y gran acogida que tuvo a nivel internacional sino también por su carácter aglutinador de diversas disciplinas teóricas y prácticas".

 

Rosalía tuvo siempre claro que esta obra debía quedarse en Santander por los fuertes vínculos que a ella la unen gracias al apoyo recibido en momentos clave de su carrera y a través de exposiciones en el MAS: Las Siamesas Golosas (2009) y en el Palacete del Embarcadero: Edible Eaters (2013). Otra cuestión decisiva fue "que la colección –del MAS- contase con un relevante apartado dedicado específicamente al arte hecho por mujeres, una auténtica rareza en nuestro país, donde las mujeres artistas escasean en museos y galerías".

 

La "estética-trampa" que impregna su técnica se hizo más evidente en Carnicería Love (Espacio Mínimo, Madrid, 2008), "muestra que acercaba con crudeza a los sentimientos; y lo hacía a través de la comida, tratando así las que para Freud eran las necesidades básicas del ser humano: el hambre y el amor. Y es que la alimentación física y la emocional se encuentran profundamente unidas". El personaje de las siamesas surge de este trabajo previo y representa la dualidad entre la normalidad y "lo excluido, lo marginado, lo monstruoso".

 

Convertidas en hilo conductor de su obra, "en los últimos años mi trabajo ha tomado una forma más reivindicativa. En un mundo gobernado por las grandes multinacionales y por intereses financieros. La industria alimenticia es sin duda la más grande y más poderosa fuerza en este inmenso supermercado en que se ha transformado el mundo. La dieta se ha convertido por tanto en un asunto político, pues, la elección de la comida tiene consecuencias sociales, económicas, políticas y medioambientales". Ejemplo de esta evolución fueron las exposiciones Para comerte mejor (Hospital de Denia, 2011) o EatMOreDisappear (Espai Eat Art, Bañoles, 2011).

 

El reconocimiento del 'Premio Comunidad de Madrid', 'Estampa 2015', por África de sangre y el proyecto Cartografías del dolor (2013) donde se enmarca y realiza una reflexión geopolítica del heredado sistema colonialista - presentado en Twin Gallery (Madrid, 2013) y posteriormente revisado y ampliado en PINTA Art Fair (Londres, 2014) y Arte Santander (Santander, 2014) -, "señala un momento de asentamiento pero también un momento de cambio" en el que la "fragmentación corporal como parte de mi lenguaje plástico" se mantiene, se refina y sintetiza.

 

Recientemente, Constelaciones dismorficas (Twin Gallery) ha combinado una instalación "simulacro de universo humano" representado por un mapa celeste nocturno: "una mirada a lo interno, a lo propio y cercano", "nuestra pequeñez, pero al mismo tiempo nuestra inmensidad, comparable al universo" con "una serie de esculturas en forma de "planetas enfermos" que "simulan ser de piel". Enfermedades psicosomáticas provocadas por "la exteriorización de un proceso mental, de un conflicto interno" y que "simbolizan el signo de nuestro tiempo, un tiempo confuso dentro del cual el ser humano se agita entre la obsesión, la dispersión y la desidia. Rastros corporales, fragmentos enfermos que aluden a la fragilidad, que muestran la vulnerabilidad del ser humano dentro del sistema que habitamos".

 

Actualmente, Banquete caníbal II (2015) forma parte de la exposición colectiva Producciones y procesos en la Colección DKV en el Museo de Arte Contemporáneo de Vigo (hasta el 24 de enero de 2016) y en el marco del programa ARTERIA DKV, dedicado a impulsar la creación artística ligada a la salud y a la mejorara de la calidad de vida.

 

Enlaces de interés:

 

www.rosaliabanet.com

 

www.marcovigo.com/es/content/producciones-y-procesos-en-la-colecci-n-dkv

 

http://twingallery.es/

 

Fotografía: Fábrica de conservas agridulces las "Las Golosas"

 

*Entrevista completa. Autora: Ana Serrano Tellería*

 

¿Por qué utilizas el cuerpo humano y sus enfermedades como metáforas?

 

A través del cuerpo, de su fragmentación, sus heridas y enfermedades, he tratado de mostrar la fragilidad, la vulnerabilidad del ser humano. El hecho de utilizar diferentes partes corporales (vísceras, cerebros, corazones, etc.) como símbolos es sin duda herencia de la sociedad en la que he crecido y dentro de la cual he aprehendido el mundo, una sociedad cristiana que nos ha hecho convivir con heridas sangrantes, pechos cortados, ojos sacados de sus cuencas, corazones ardiendo, etc. En realidad tan sólo me he apropiado de esa imaginería ya existente, que desde el comienzo de mi carrera ha formado una parte importante de mi lenguaje artístico, aunque no siempre de la misma forma y con la misma intención.

 

En los últimos años, por ejemplo, he utilizado estas vísceras con la idea de mostrar el interior, sacarlo a la luz y ponerlo sobre la mesa, como una especie de purga, en un intento de enseñar todo aquello que la sociedad del bienestar, del hiper consumo y la abundancia tapa tras sus bonitos envoltorios de colores. Detrás de toda esa máscara de felicidad y bienestar, la sociedad de consumo esconde y genera grandes desigualdades, prejuicios y marginalidad, y, por tanto, dolor, sufrimientos, rabia, tristeza, etc. De esta forma, sacando las vísceras al exterior también cuestiono la mirada superficial de los medios de comunicación, sus estrategias y manipulación feroces. Represento un mundo caníbal, donde el ser humano se está devorando a sí mismo. Para ello, utilizo la misma estrategia que utiliza el marketing de las grandes multinacionales de la alimentación, una estrategia trampa, en la que la apariencia es agradable, colorista, suave, y que sólo nos muestra la cara amable de las cosas, ignorando todo lo demás. Y por mucho que no queramos verlo, el horror está ahí, y no desaparecerá por no salir en un anuncio o programa.

 

¿Cómo has experimentado los procesos creativos (trabajo constante y destello de luz)?

 

Para mí, ambas son parte de un mismo proceso e igual de importantes. Mi día a día está repleto de trabajo, a veces arduo, a veces divertido, a veces desesperante (cuando algo no sale), solitario (la mayor parte del tiempo) pero sobretodo constante. Son muchas horas de dedicación, ¡cuando no días enteros! Ese momento que llamas "destello de luz" es un instante de lucidez en el que todas las piezas en juego por fin encajan y toman una forma determinada. Pero ese instante en el que surge la idea concreta y su materialización, viene precedido por mucho trabajo previo, así que aunque parezca surgir de la nada, como por arte de magia, es más el resultado de un proceso de investigación, de reflexión y análisis.

 

¿Qué tipo de procesos creativos has experimentado desde los inicios de tu carrera?

 

Han pasado casi 20 años desde que me licencié en la facultad de BBAA de Pontevedra, y en este tiempo mi trabajo ha evolucionado muchísimo pero también creo que ha mantenido muchas constantes.

 

Conceptualmente, ha sido más un sumar ideas que sustituirlas por nuevas, es decir, que los temas que me interesaban hace 10 años, por ejemplo, son temas que me siguen interesando y que, de una manera u otra, están presentes en mi obra actual, aunque el foco de atención en este momento sea otro. Y, en cuanto a la materialización de los trabajo, ahí sí que ha habido una evolución grande, pues el aprendizaje ha sido continuo, cada trabajo anterior es un paso más para el siguiente. Así que técnicamente, la obra ha ido creciendo y, lógicamente, cambiando. Aunque creo que ha mantenido unas líneas principales, unos hilos invisibles que le dan continuidad y coherencia a todo el trabajo.

 

Desde mi trabajo analizo, reflexiono y critico la sociedad actual. Trato de mostrar sus excesos y desigualdades. Utilizo el cuerpo humano y sus enfermedades como metáforas para representar un sistema que considero caótico, alienador y deshumanizado. Al mismo tiempo, uso la fragmentación humana como simbología del dolor, de nuestros miedos, de nuestra vulnerabilidad. La comida es otra de las constantes en mis proyectos. El sistema alimentario me sirve como vehículo para representar al individuo y la sociedad de hiper-consumo con todos sus horrores. Y es que comer, hoy en día, no es simplemente nutrirse, pues implica cuestiones más allá de las puramente alimenticias, cuestiones sociales, políticas, económicas y medioambientales.

 

Poco a poco, mi obra se ha ido volviendo más interdisciplinar. Desde hace tiempo se desarrolla en forma de esculturas, cuadros, dibujos, fotos, vídeos e instalaciones. Esta variedad quedó reflejada en la exposición Cómeme, Cómeme que realicé en 2004 en la galería Espacio Mínimo (Madrid), y que presentaba una pastelería repleta de tartas enfermas. La exposición nos llevaba a la boca el dolor y el sufrimiento para mostrarnos aquello de nosotros mismos que más nos asusta, nuestra fragilidad. Esta muestra estuvo claramente influenciada por la tesis doctoral que realicé sobre Arte y SIDA en España cuya lectura tuvo lugar en la Universidad de Vigo justo un año antes (en 2003). Tesis que analizaba las consecuencias físicas y sociales de la pandemia y su reflejo e implicación del arte español en las décadas de los ochenta y noventa.

 

A pesar de la dureza de los temas que trato, las imágenes son dulces y alegres. No se trata por tanto de una estética gore, no me recreo en la sangre y las vísceras, aunque si las utilizo como símbolos del dolor y el sufrimiento. Empleo sin embargo una estética-trampa, la trampa de las apariencias, como estrategia para permitir el acercamiento del espectador al discurso, por espinoso que este sea.

 

Esta estética se hizo más que nunca evidente en la exposición Carnicería Love (galería Espacio Mínimo, Madrid, 2008), en la que las figuras principales estaban hechas de fimo (imitando los dibujos animados de plastilina). En esta muestra me acercaba con crudeza, como el propio título indica, a los sentimientos; y lo hacía a través de la comida, tratando así las que para Freud eran las necesidades básicas del ser humano: el hambre y el amor. Y es que la alimentación física y la emocional se encuentran profundamente unidas. A raíz de esta muestra surge en mi trabajo un personaje doble: Las siamesas Golosas, que en los últimos años han poblado gran parte de mi trabajo; convirtiéndose en el hilo conductor de muchas de mis obras y desarrollando un proyecto muy narrativo entorno a la vida de estas dos hermanas siamesas, que por su doble condición física representan la idea de una identidad doble y por otro lado, puesto que se apartan de la normalidad, representan lo excluido, lo marginado, lo monstruoso.

 

Como no podía ser de otra manera, la vida de las siamesas gira entorno a la comida. Comer es una necesidad básica de todos los seres vivos, pero para el ser humano esta acción de supervivencia está cargada de simbología, significados y normas que surgen de la cultura, la sociedad y del propio individuo.

 

La comida que aparece en las imágenes de las siamesas es de apariencia caníbal, sobre la mesa no encontramos verduras ni fruta sino fragmentos humanos. Estas comidas tratan de reflejar la sociedad de consumo como un sistema que bajo la hiper-abundancia y la apariencia de felicidad esconden prejuicios, desigualdades y otros horrores. Por eso los banquetes son tiernos y alegres pero también están cargados de violencia y excesos.

 

La vida de las siamesas Golosas ha formado parte de varias exposiciones entre las que cabe destacar La Fábrica de Conservas Agridulces, realizada en el Centro de Arte La Conservera en Murcia y actualmente propiedad del MAS de Santander, y, Las siamesas Golosas en el Museo de Bellas Artes de Santander, ambas en el año 2009.

 

En los últimos años mi trabajo ha tomado una forma más reivindicativa. En un mundo gobernado por las grandes multinacionales y por intereses financieros. La industria alimenticia es sin duda la más grande y más poderosa fuerza en este inmenso supermercado en que se ha transformado el mundo. La dieta se ha convertido por tanto en un asunto político, pues, la elección de la comida tiene consecuencias sociales, económicas, políticas y medioambientales. En exposiciones como Para comerte mejor (Hospital de Denia 2011), EatMOreDisappear (Espai Eat Art, Bañoles, 2011) o Edible Eaters (Palacete del Embarcadero, Santander 2013) reflexionaba sobre estos asuntos.

 

El último proyecto que he presentado es Cartografías de dolor. La exposición se mostró por primera vez en la Twin Gallery (Madrid, 2013) y, posteriormente en PINTA Art Fair (Londres, 2014) y Arte Santander (Santander, 2014). Dentro de mi trayectoria, ha supuesto un momento de cambio. La muestra, si bien guarda conexión con mis trabajos anteriores, pues reflexiona sobre la sociedad actual, y en cuanto a la estética, mantiene una continuidad a nivel simbólico: continúo usando el cuerpo y las enfermedades como parte de mi lenguaje plástico; al mismo tiempo supone un cambio en su forma, por sus sintetización y sobriedad, así como por su planteamiento global, en forma de instalación y por la relevancia del dibujo, en diferentes formatos y tamaños, dentro del proyecto. Cartografías del dolor se acerca a la relación entre espacio y poder desde el prisma de lo humano. El proyecto es una reflexión geopolítica sobre el sistema que habitamos, un sistema heredado de la época colonialista que conforma un mundo fragmentado, frágil y desigual.

 

Cartografías del dolor surge de la necesidad de no permanecer impasible ante el aterrador panorama político, social, económico e incluso medioambiental que atravesamos. La exposición en Twin Gallery constaba de dos piezas principales enfrentadas entre sí: dos murales compuestos por quince mapas cada uno, dibujados a lápiz sobre una base de acrílico. Uno de los murales reflejaba la vulnerabilidad de los países más pobres, representados como mapas de piel, en los que juntaba la geografía de éstos con la piel de sus habitantes. Como contrapunto, en la pared opuesta se muestra el mural de los países más ricos del mundo, representados como mapas de estómagos negros. Esta serie, Black Stomach, se ha inspirado en el concepto japonés "Hara-guroi", palabra que define a aquellos que de tanta maldad y avaricia tienen el estómago podrido. No se trataba de señalar o separar buenos de malos, justos de injustos, sino de mostrar cómo el sistema actual genera desigualdades.

 

Las Siamesa Golosas

 

El trabajo de las Siamesa Golosas ha sido muy importante en mi carrera, de eso estoy segura, aunque creo que aún es pronto para analizar con exactitud en qué medida ha sido así. "El muerto aún está caliente" y necesito dejarlo enfriar y distanciarme más para poder valorarlo en su justa medida.

 

Aunque, por supuesto, hay algunas cuestiones que son claras para mí. Desde el momento en que expuse los primeros trabajos de las siamesas, la acogida fue impresionante. A pesar de que trataba temas en los que ya había trabajado con anterioridad (empezaron hablando de sentimientos como el dolor, la tristeza, la soledad,…) tuve la sensación de que mi discurso se entendía mejor y llegaba a más gente. Creo que en parte tuvo que ver con la estética colorida y amable, que recordaba a la imaginería de un momento importante en nuestras vidas: la infancia, y que favorecía el acercamiento a la obra. Así como la escenografía en la que se desarrollaban las escenas: en casa, de viaje en la playa o en la montaña, cenas familiares, celebraciones (cumpleaños, San Valentín), y otros muchos escenarios, que se repiten constantemente en nuestras vidas.

 

Por otro lado, la narratividad del proyecto me permitió desarrollar un discurso más amplio de una manera muy cercana, y con mucho humor, en forma de entrevistas, portadas de revistas de actualidad (Vanity Fear), álbumes familiares, etc. Y en este sentido, internet jugó un papel básico, pues me permitió desarrollar estos elementos y acercarlos a un gran número de espectadores a través de mi blog, en el que durante varios años las siamesas publicaron todos los fragmentos de su vida. Y al mismo tiempo, me permitió interactuar con el público, de manera que el espectador participó en el desarrollo de algunas de las historias. Recuerdo especialmente, una ocasión en la que una amiga irlandesa me trajo de Dublin unos "Ginger Bread Men" (galletas de jengibre con forma de hombrecitos) y decidí que antes de comérmelos, sacrificaría uno para hacerle un molde y convertirlos así en una inesperada visita a las siamesas. Para esta ocasión quería desarrollar unos platos especiales y en lugar de decidirlos yo, como había hecho hasta entonces, probé a pedir a través del club de fans de las siamesas Golosas (abierto meses antes en Facebook) que me enviasen recetas caníbales, mejor dicho, recetas reales de comida con nombres caníbales (orejas de carnaval, cabello de ángel, huesos de santo, etc.) y ¡la respuesta fue increíble! Fue maravilloso ver la implicación de la gente y comprobar como el proyecto crecía gracias a las aportaciones de otros.

 

Por otro lado, esta narratividad y el contexto familiar y social de las siamesas, me permitieron entrelazar temas muy diversos (cuestiones de género, de identidad, sexualidad, sentimientos, violencia, asuntos relacionados con la sociedad de consumo y los medios de comunicación, la alimentación y sus consecuencias, etc.). En muchas ocasiones, esto significó rescatar personajes y escenas de obras anteriores, que venían ya con su propia carga significativa y contribuían a enriquecer el proyecto. Personajes como "Pennis Boy", recuperado de "Beefcake" una exposición que realicé en 1999, cuyo personaje principal era un pene antropomorfo que suponía un cuestionamiento, en tono burlón, de la sociedad patriarcal, de la masculinidad; o escenas como las de los cuadros que decoran el restaurante donde las siamesas celebran junto al hombre de chocolate blanco "la cena de San Valentín", imágenes sacadas de una pieza de video: "La ciudad de chocolate" en cuyos fotogramas aparece una manga pastelera que va dejando caer un gran chorro de nata. En este caso la descontextualización de la imagen, le da un significado completamente diferente al que tenía en la pieza original, y en esa escena de amor, se convierte en un elemento sexual, reflejo del deseo de las siamesas hacia su hombre de chocolate.

 

La verdad es que la vida de Sara Li y Ana K ha sido un trabajo con el que he disfrutado mucho, que me ha permitido trabajar con total libertad, sin límites espaciales, económicos u otras cuestiones técnicas, y que en un momento dado, pensé que nunca acabaría, pero siempre llega el momento en que, de manera natural, el proyecto se va cerrando y empiezan a aparecer nuevas ideas, y surgen nuevos proyectos.

 

Cartografías del dolor

 

Cartografías del dolor es el último proyecto que he presentado públicamente hasta ahora. Lo hice en 2013 en la galería Twin Gallery (Madrid) y posteriormente, tras ser revisado y ampliado, en PINTA Art Fair (Londres) y en Arte Santander, durante el 2014. Esta exposición tiene una gran importancia para mí a nivel personal y profesional, pues señala un momento de asentamiento pero también un momento de cambio. Cambio que tiene que ver más con cuestiones formales y estéticas que con el aspecto conceptual del trabajo. Aunque mantiene una continuidad a nivel simbólico, pues, continúo usando la fragmentación corporal como parte de mi lenguaje plástico, al mismo tiempo, éste se ha afinado más y se ha deshecho de elementos superfluos que pudieran distraer del discurso, se puede decir que se ha sintetizado.

 

Cartografías del dolor se acerca a la relación entre espacio y poder desde el prisma de lo humano. A través de mapas de piel, fluidos corporales o vísceras retrata un mundo deshumanizado y en permanente desequilibrio. El proyecto es una reflexión geopolítica sobre el sistema que habitamos, sistema heredado de la época colonialista que conforma un mundo fragmentado, frágil y desigual.

 

Con este proyecto me ocurre lo mismo que con el proyecto de las siamesas Golosas, todavía no tengo la distancia necesaria para poder situar Cartografías del dolor dentro de mi trayectoria. Pero hay una cuestión que ha surgido a partir de este momento de cambio, no tanto por el trabajo desarrollado como por los interrogantes que ha suscitado respecto al cambio que esta serie ha supuesto en mi trabajo. Aunque es verdad que estéticamente contrasta con el trabajo anterior: el proyecto de Sara Li y Ana K. Un proyecto con imágenes rebosantes de todo: personajes, comida, mobiliario, objetos, colores, formas, texturas, etc., escenas que reflejan el exceso, la ansiedad, la insatisfacción, la gula de la sociedad actual. Mientras que Cartografías del dolor está compuesto por imágenes más sobrias y sencillas, más austeras y comedidas. Son sin embargo, las dos caras de una misma moneda, reflejo del momento social que vivimos, del paso de la boyante sociedad de la hiper-abundancia y el despilfarro a la pobreza en que esta nos sumió.

 

La verdad es que el 'premio de la Comunidad de Madrid' en 'Estampa' ha sido, además de una gran sorpresa, un reconocimiento importante a esta nueva etapa de mi trabajo. Muchas veces es difícil saber la acogida que tienen los proyectos, saber si están siendo bien recibidos, si generan debates o simplemente si interesan y con este premio y la repercusión que ha tenido, he podido comprobar en directo el efecto de este proyecto.

 

¿Qué opinas del arte en sí y del mercado artístico?

 

No es nada nuevo decir que el arte es algo difícil de acotar y por tanto de definir, pues los límites entre arte y realidad hace tiempo que se han diluido, en común beneficio. El carácter no estático del arte contribuye también a dificultar su definición y sin embargo es uno de sus grandes valores.

 

El arte contemporáneo es, para mí, un "espacio" libre donde expresarse ; donde se puede analizar, reflexionar e incluso criticar todos aquellos asuntos que nos preocupan. Supone una mirada abierta y plural sobre los muy diversos temas abordados. Hoy en día, los asuntos deben ser tratados de una manera amplia y multidisciplinar, pues nada existe de forma aislada. Esto quiere decir que es necesario tener una visión grande y diversa de los diferentes hechos a tratar. Por ejemplo, en el campo de la nutrición, problemas como la anorexia o la obesidad, no pueden ser abordados únicamente desde una perspectiva nutricional, sino que han de tenerse en cuenta otros factores, como los sociales, culturales, económicos, psicológicos, e incluso políticos, éticos y estéticos. En este sentido, el arte juega un papel muy interesante, pues ofrece una mirada aglutinadora de diferentes disciplinas, una mirada en perspectiva y una visión única y creativa. El arte es, por tanto, generador de nuevos discursos y nuevas perspectivas. Por todo esto, considero que el arte, en este momento concreto, tiene mucho que aportar a la sociedad, algo que nuestros gobernantes parecen ignorar.

 

En cuanto al mercado del arte, creo que estamos en un momento de cambio importante, de lo que no estoy tan segura es de cuál es la dirección que se está tomando. En el panorama artístico español hay muy buenos artistas, muy buenos comisarios, críticos, directores de museos, etc, y sin embargo parecemos estar dentro de una ruleta rusa, es un momento de inestabilidad, un poco caótico, pero imagino que es parte de un proceso de renovación. Aunque ahora mismo resulte un poco confuso.

 

Desde el punto de vista del artista, es un momento muy difícil, debido a la falta de un mercado del arte real y activo, una sociedad educada en el arte, la puesta en marcha de códigos o normativas de desarrollo de buenas prácticas en el arte contemporáneo, la ley de mecenazgo, la bajada del IVA cultural, la promoción internacional de los artistas españoles, y otras muchas asignaturas pendientes.

 

Si hablamos de mujeres artistas, los datos hablan por sí mismos. Hace muy poco la organización MAV (Mujeres en las artes visuales) publicó en su página web las cifras correspondientes a la presencia de artistas mujeres en la penúltima edición ARCO: "Según los datos recopilados en el catálogo oficial de ARCOmadrid 2013, sólo un 4,4% del total de artistas son mujeres españolas" o más recientemente un 22’54% de mujeres artistas en la feria de Estampa 2015, por poner sólo dos ejemplos. Hay poco más que añadir.

 

¿Qué piensas sobre la política de ayuda a los grandes museos y alejarse de la singularidad de los periféricos?

 

Con los museos, creo que estamos viviendo unas políticas absurdas que sólo buscan el espectáculo, los grandes nombres, la foto, salir en las noticias, formar largas colas en las entradas de los museos, etc. Todo un circo que se olvida de lo más importante, de la base: del arte, del concepto.

 

Aunque el mayor error de estas políticas para mí es no apoyar a los museos con personalidad y proyectos propios, que son los verdaderos generadores de riqueza cultural, que crean arte más allá de modas pasajeras y que dejan una impronta en la ciudad.

 

En este sentido, el MAS es un pequeño gran museo, pues a pesar de sus dimensiones, sus propuestas expositivas y en general su programación responden a un proyecto muy claro y coherente. Desde el 2009, año en que participé en El Puente de la visión en el entonces Museo de BBAA de Santander, hoy MAS, he visto cómo crecía y se transformaba pero sin perder las coordenadas sobre las que se asienta y que lo mantienen vivo: fusionando el arte de diferentes generaciones, así como poniendo en valor el arte propio y el más lejano (dentro de lo que el presupuesto ha permitido, imagino); y, algo que considero fundamental y escaso en el panorama nacional, la presencia de mujeres artistas en las salas del museo, tanto en exposiciones temporales como en la propia colección, donde tienen una presencia destacada.

 

De hecho, esta fue una de las razones por las que decidí donar La fábrica de las siamesas Golosas al MAS, por su compromiso con el arte realizado por mujeres. Aunque otra cuestión decisiva fue el hecho de que el museo tuviese un programa y objetivos bien definidos, así como una colección de arte contemporánea en la que pensaba que la obra podía encajar perfectamente. Además, por supuesto, de la confianza en el museo y su proyecto, algo muy importante y decisivo, fue la confianza en su director, Salvador Carretero, y todo su equipo, que siempre han demostrado un gran respeto y cuidado hacia el arte y los artistas y una gran profesionalidad.

 

Resumen sobre mi trabajo y mi relación con el MAS

 

Desde mi trabajo analizo, reflexiono y critico la sociedad actual. Trato de mostrar sus excesos y desigualdades. Utilizo el cuerpo humano y sus enfermedades como metáforas para representar un sistema que considero caótico, alienador y deshumanizado. Al mismo tiempo, uso la fragmentación humana como simbología del dolor, de nuestros miedos, de nuestra vulnerabilidad. La comida es otra de las constantes en mis proyectos. El sistema alimentario me sirve como vehículo para representar al individuo y la sociedad de hiper-consumo con todos sus horrores. Y es que comer, hoy en día, no es simplemente nutrirse, pues implica cuestiones más allá de las puramente alimenticias, cuestiones sociales, políticas, económicas y medioambientales.

 

Dentro de estos parámetros, el proyecto de las Siamesas Golosas se ha convertido en el hilo conductor de muchas de mis obras y desarrollando un trabajo muy narrativo entorno a la vida de estas dos hermanas siamesas, que por su doble condición física representan la idea de una identidad doble y por otro lado, puesto que se apartan de la normalidad, representan lo excluido, lo marginado, lo monstruoso.

 

Como no podía ser de otra manera, la vida de las siamesas gira entorno a la comida. Comer es una necesidad básica de todos los seres vivos, pero para el ser humano esta acción de supervivencia está cargada de simbología, significados y normas que surgen de la cultura, la sociedad y del propio individuo.

 

La comida que aparece en las imágenes de las siamesas es de apariencia caníbal, sobre la mesa no encontramos verduras ni fruta sino fragmentos humanos. Estas comidas tratan de reflejar la sociedad de consumo como un sistema que bajo la hiper-abundancia y la apariencia de felicidad esconden prejuicios, desigualdades y otros horrores. Por eso los banquetes son tiernos y alegres pero también están cargados de violencia y excesos.

 

La vida de las siamesas Golosas ha formado parte de varias exposiciones entre las que cabe destacar La Fábrica de Conservas Agridulces, realizada en el Centro de Arte La Conservera en Murcia y actualmente propiedad del MAS de Santander, y, Las siamesas Golosas en el Museo de Bellas Artes de Santander, ambas en el año 2009.

 

En los últimos años mi trabajo ha tomado una forma más reivindicativa. En un mundo gobernado por las grandes multinacionales y por intereses financieros. La industria alimenticia es sin duda la más grande y más poderosa fuerza en este inmenso supermercado en que se ha transformado el mundo. La dieta se ha convertido por tanto en un asunto político, pues, la elección de la comida tiene consecuencias sociales, económicas, políticas y medioambientales - en exposiciones como Para comerte mejor (Hospital de Denia 2011), EatMOreDisappear (Espai Eat Art, Bañoles, 2011) o Edible Eaters (Palacete del Embarcadero, Santander 2013)-.  

 

Uno de mis últimos proyectos es Cartografías de dolor. La exposición se mostró por primera vez en la Twin Gallery (Madrid, 2013) y, posteriormente en PINTA Art Fair (Londres, 2014) y Arte Santander (Santander, 2014). Y este año, una de las piezas principales del proyecto, África de sangre, ha sido galardonada con el Premio de la Comunidad de Madrid en la feria de Estampa. Dentro de mi trayectoria, ha supuesto un momento de cambio. La muestra, si bien guarda conexión con mis trabajos anteriores, pues reflexiona sobre la sociedad actual, y en cuanto a la estética, mantiene una continuidad a nivel simbólico: continúo usando el cuerpo y las enfermedades como parte de mi lenguaje plástico; al mismo tiempo supone un cambio en su forma, por sus sintetización y sobriedad, así como por su planteamiento global, en forma de instalación y por la relevancia del dibujo, en diferentes formatos y tamaños, dentro del proyecto. Cartografías del dolor se acerca a la relación entre espacio y poder desde el prisma de lo humano. El proyecto es una reflexión geopolítica sobre el sistema que habitamos, un sistema heredado de la época colonialista que conforma un mundo fragmentado, frágil y desigual.

 

Cartografías del dolor surge de la necesidad de no permanecer impasible ante el aterrador panorama político, social, económico e incluso medioambiental que atravesamos. La exposición en Twin Gallery constaba de dos piezas principales enfrentadas entre sí: dos murales compuestos por quince mapas cada uno, dibujados a lápiz sobre una base de acrílico. Uno de los murales reflejaba la vulnerabilidad de los países más pobres, representados como mapas de piel, en los que juntaba la geografía de éstos con la piel de sus habitantes. Como contrapunto, en la pared opuesta se muestra el mural de los países más ricos del mundo, representados como mapas de estómagos negros. Esta serie, Black Stomach, se ha inspirado en el concepto japonés "Hara-guroi", palabra que define a aquellos que de tanta maldad y avaricia tienen el estómago podrido. No se trataba de señalar o separar buenos de malos, justos de injustos, sino de mostrar cómo el sistema actual genera desigualdades.ba sobre estos asuntos.

 

En la actualidad, acabo de terminar un proyecto que se ha presentado en Madrid, en la Twin Gallery, del 12 de noviembre al 19 de diciembre, cuyo título es Constelaciones Dismórficas. Este proyecto es una reflexión sobre el ser humano dentro de un mundo cada vez más deshumanizado y alienador. Un sistema que nos hace vivir en permanente conflicto y desequilibrio con nuestra esencia y entorno. El proyecto está formado por una instalación: Simulacro de universo humano que representa un mapa celeste nocturno; pero la mirada ha sido invertida, no señala hacia arriba, no muestra el exterior, sino todo lo contrario, es una mirada a lo interno, a lo propio y cercano. Una mirada que enseña nuestra pequeñez, pero al mismo tiempo nuestra inmensidad, comparable al universo. Es por tanto una mirada holística, que todo lo relaciona, que va desde lo individual a lo espacial, de lo conocido a lo desconocido, de lo cercano a lo lejano.

 

Esta instalación se completa con una serie de esculturas en forma de planetas enfermos. Son esferas que simulan ser de piel. Dermis con infecciones, pruritos, y otras alteraciones, cuyo origen no se haya sin embargo en la superficie sino en el interior. Se sitúa concretamente en el cerebro, pues todas ellas son enfermedades psicosomáticas, que surgen de la exteriorización de un proceso mental, de un conflicto interno. Enfermedades que, en este proyecto, simbolizan el signo de nuestro tiempo, un tiempo confuso dentro del cual el ser humano se agita entre la obsesión, la dispersión y la desidia. Rastros corporales, fragmentos enfermos que aluden a la fragilidad, que muestran la vulnerabilidad del ser humano dentro del sistema que habitamos.

 

Donación al MAS

 

La Fábrica de Conservas Agridulces Las Golosas es la pieza de mayores dimensiones y de mayor complejidad en cuanto a su producción de todo el trabajo que he realizado hasta ahora. Y sin duda es, también, una de las de más relevancia dentro de mi carrera, no sólo por la enorme difusión y gran acogida que tuvo a nivel internacional sino también por su carácter aglutinador de diversas disciplinas teóricas y prácticas. Esto la convierte en una pieza muy significativa dentro del desarrollo de mi trabajo artístico.

 

Por esta razón, al pensar en donar la pieza tuve muy claro desde el principio que quería que esta estuviese en un lugar que fuese de mi total confianza, un lugar donde cuidasen y expusiesen apropiadamente la obra y apreciasen su relevancia. Desde el primer momento tuve claro que la pieza debía de estar en el MAS de Santander. Mi relación con Santander y con el ahora MAS (antes Museo de BBAA) empezó en el 2009, año en el que participé en El Puente de la Visión. Desde el primer momento del proyecto, Salvador Carretero y su equipo trabajaron con gran profesionalidad y cuidado, y me recibieron con los brazos abiertos, e hicieron que me sintiera como en casa.

 

Por supuesto otra cuestión decisiva fue el hecho de que el museo tuviese un programa y objetivos bien definidos, así como una colección de arte contemporánea en la que pensaba que la obra podía encajar perfectamente. Además me pareció verdaderamente interesante que la colección contase con un relevante apartado dedicado específicamente al arte hecho por mujeres, una auténtica rareza en nuestro país, donde las mujeres artistas escasean en museos y galería.