El Puente de la Visión 2008

varios artistas

Descripción

Nuevo año, nueva edición, donde los criterios de trabajo se mantienen y, en su caso, mejoran. En esta cuarta entrega desde su nueva época que tuvo inicio en 2005, el proyecto se ha consolidado fuertemente en todos los sentidos, y desde esta consistente continuidad, la multiplicidad, calidad, internacionalización, integración con un referente de trabajo, integración de talentos, salto cualitativo y cuantitativo cosmopolita..., han sido y son algunas de las enseñas que acompañan a El Puente de la Visión.

Organización de siete exposiciones individuales distribuidas en tres sedes diferentes:

- MBAS (hoy MAS): el cántabro Javier Arce, así como los alemanes Stephan Kaluza y Alexandra Ranner

- Obra Social de Caja Cantabria, Santander: la chilena Magdalena Correa.  

- Palacio de Caja Cantabria, Santillana del Mar: la cántabra Paloma Álvarez de Lara, junto con Florentino Díaz y Marta Espinach, también españoles.

Otros aspectos importantes son características fundamentales del proyecto. Por ejemplo, el hecho de que cada artista haya contado siempre y en todo caso con su propio y diferenciado espacio, nos ha permitido organizarlo desde la evidente óptica y fundamento de que siempre se han tratado de muestras individuales -tantas cuantos artistas han participado en cada edición-, concepto fundamental del proyecto, exposiciones individuales repartidas en sedes diferentes, evitando equívocos colectivos que aquí no nos interesa.  Vuelven a ser, en este caso, siete muestras individuales en tres sedes distintas.

En el Palacio de Caja Cantabria de Santillana del Mar, en la planta superior, se ha reservado para la obra pictórica de Paloma Álvarez de Lara, colorista pero especialmente epidérmica, muy unida al pálpito de su experiencia de largo recorrido y de cercana vivencia. En la planta intermedia hemos montado una instalación de Florentino Díaz, una habitación versátil compuesta de puertas, cerradas, que generan ellas mismas la espacialidad, incluidas las aperturas potenciales de las mismas, con la inclusión de una cortina que se escapa entre los dedos; el misterio del continente y del contenido nos retrotrae a la enigmática obra de Wrigth. En la planta baja, se expone una delicada y muy íntima obra de Marta Espinach, serie de dibujos identitarios y reflexivos de muy particular significado, individualizado y personal; se trata de una obra muy especial, clarividente y de una relevancia singular, por cuanto afloran las impresiones de una memoria refrescada, todo un potencial de aliento experimental personal.

Magdalena Correa nos lleva a otra espacialidad, que más que infinitamente alejada de lo doméstico, en apariencia, lo es de lo artificial, mostrada en la sala santanderina de Caja Cantabria. Sus escenarios son precisamente infinitos, formidables desiertos, pero particularmente tratados con una especial vida interior, apasionadamente vividos, por sentidos, viaje intelectual, donde la exploración se torna muy personal, esfumándose precisamente lo infinito en su encuentro con lo particular, con la nada.

En la planta 1 del Museo de Bellas Artes de Santander tiene lugar un sensible encuentro, diferenciado, de la obra de dos alemanes. De un lado, la intimista obra de Alexandra Ranner, cuya curiosa identificación con otra serie de Espinach nos vuelve a hacer pensar en las sorprendentes coincidencias referenciales que se suelen dar; en su caso, resuelve una particular escenografía, intimista, también con la ausencia del ser humano, que naturalmente se presiente, pero con todos los enseres habitacionales presentes, escenografía viva del interior con otra propuesta de atemporalidad, sobre diferentes soportes. Y Stephan Kaluza con pinturas enigmáticas, de abundantes referencias, posicionamiento diversificado, deudas o no aparte, portadoras de un mágico sfumato de muy controlada escenografía, donde aflora el ser humano con inmensa sensiblidad mistérica, haciendo muy partícipe -como todo el resto de componentes de esta edición de El Puente de la Visión- a todo aquel que mire su obra, poseedor de puntos de vsita, tiempo y espacios íntimos y diferentes.

Dejando para el final la inteligente transversalidad atemporal de Javier Arce, cuya Capilla Sixtina se expone en la planta 0 del Museo de Bellas Artes. Nos viene bien como sencillo colofón del vacío y plenitud, del reciclaje, apropiacionismo, atemporalidad, crítica... Vacío y plenitud que se plantea con sus distintas intensidades en El Puente de la Visión 2008, con intimidades diferentes, buscadas, encontradas y contrastadas, para volver a otro vacío pletórico de aliento.

Organización

Organización y producción: Museo de Bellas Artes de Santander/Caja Cantabria Dirección: Museo de Bellas Artes de Santander

Comisarios: Salvador Carretero Rebés, Juan Muñíz Castro

Adjuntas a los comisarios: Belén Poole, Isabel Portilla

Catálogo

Textos: Javier Ávila García, Salvador Carretero Rebés, Mª Antonia de Castro Rosales, Raúl Hevia García, Javier Hontoria, Marta Mantecón y Patricia Sánchez.