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El Museo del Prado en el MAS

“El arte que conecta”, el Museo del Prado y Telefónica acercan las colecciones del Prado a toda la geografía española Este proyecto…

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Presentación libro "MAScolecciones2021. Catálogo sistemático"

Viernes 24 de noviembre de 2023

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Día Internacional de los Museos 2023

Jueves, 18 de mayo

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Presentación libro "MAScolecciones2021. estudios y Reflexiones"

Viernes 19 de mayo a las 19.00h

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Fernanado Zamanillo, socio de honor de "amigosMAS"

La Asociación amigosMAS ha decidido nombrar como primer Socio de Honor a Fernando Zamanillo. Será el próximo viernes 25 de noviembre…

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Proyecto Museológico y Museográfico

Documento de trabajo del MAS que desde mediados de los noventa del siglo XX se desarrolla y actualiza de acuerdo a los nuevos contextos.

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El MAS restaura toda su colección de estampas de Goya

Las 97 estampas propiedad del MAS, pertenecientes a 4 series diferentes, han sido restauradas en los últimos meses.

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Carmela Greciet

CARMELA GRECIET

(Oviedo, 1963)

 

Ha vivido en Avilés, León, Valladolid, San Sebastián, Cuenca, Santander y Madrid, entre otros lugares, así que, según propia confesión, es un poco de cada uno de esos sitios. Es licenciada en Literatura por la Universidad de Oviedo, y en estos momentos ejerce la docencia como profesora de Instituto en Cantabria. Ha trabajado como periodista, ha colaborado con artículos de crítica literaria para algunas publicaciones como la revista literaria Clarín o el suplemento La Esfera del diario El Mundo, y ha publicado relatos en diversas revistas de carácter literario como Escrito en el agua, Ábaco, Pretexto, Reloj de Arena y Clarín. En 1989 obtuvo el premio Asturias joven de cuento, y en 1995 publicó su primer libro de relatos, Descuentos y otros cuentos (Trabe), con el que quedó finalista del prestigioso Premio Tigre Juan. Ha participado en varias antologías de cuentos y microrrelatos, entre las que se cuentan Pequeñas resistencias (Páginas de Espuma, 2002), de Andrés Neuman, y Ciempiés. Los microrrelatos de Quimera (Montesinos, 2005), al cuidado de Neus Rotger y Fernando Valls.

 

QUINTANILLA, Luis

(Santander, 1893-1978)

Nació el seno de una familia conservadora que incluso tenía relación con la aristocracia. Al hombre que todos conocerán como Luis o Quinta, se le bautiza como León Gerardo Luis Quintanilla Isasi. Comenzando el siglo XX en Cantabria el panorama pictórico se caracteriza por una sensible pobreza. Pervive aún el academicismo decimonónico, tanto en la corriente costumbrista como en la paisajista, que había contado en nuestra región con pintores tan destacados como Agustín Riancho o Casimiro Sainz. Pronto una serie de artistas en desacuerdo con el ambiente periférico se trasladan al extranjero, formándose y exponiendo en ambientes de miras más amplias. Quintanilla no es diferente, y con dieciocho años se marcha a recorrer el mundo. Es poco probable que su intención fuera hacerse artista sino que más bien, al pertenecer a una familia acomodada, tiene posibilidades de viajar. Hasta entonces su único contacto con el mundo del arte se había limitado a su amistad con Gerardo de Alvear y los hermanos Solana. Su familia se había trasladado en 1905 a Madrid donde Luis comenzará a estudiar Arquitectura y Náutica que abandona para viajar por Inglaterra y Brasil. En 1912 llegó París donde conoce a Juan Gris y el movimiento Cubista. En 1915 vuelve a Santander huyendo de la Primera Guerra Mundial. Aprovecha su estancia en la ciudad para hacer su primera y última exposición individual en tierras montañesas. Su pintura, en ese momento, está claramente influenciada por el cubismo pero, al retomar la amistad con Alvear, su trabajo evoluciona rápidamente trabajando en el estudio de su amigo. Un año más tarde se traslada a Madrid donde monta estudio. Conoce y traba amistad con Juan Negrín, el también cántabro Luis Araquistain y otros intelectuales, escritores, artistas que en el futuro serán los líderes de la España republicana.

 

Cuando la guerra termina en Europa, Quintanilla vuelve a París y retoma su actividad pictórica. Es muy posible que coincidiera con Amadeo Modigliani y el fauvista de Vlaminck. En la primavera de 1922 conoce en un bar de Montparnasse a Hemingway y entablarán una amistad que durará años. Poco después, desilusionado por el ambiente artístico que se vive en París, decide retornar a Madrid. En 1924 el Duque de Alba es su protector y obtiene una beca para que estudie las técnicas del fresco en Florencia. En Italia abandona definitivamente el cubismo y comienza la búsqueda de un estilo personal. Los conocimientos obtenidos en Italia los volcará en los frescos que ejecuta para el Consulado Español en Hendaya (Francia). En 1926 expondrá en el Círculo de Bellas Artes de Madrid.

 

Mientras tanto se ha formado una Agrupación al Servicio de la República que busca un cambio de régimen pero el grupo de amigos de Quintanilla quiere, además, un cambio de sociedad y es por ello que estuvieran mucho más cercanos a las fórmulas socialistas. Esta fue la posición de un Luis Araquistain, quien no había tenido una adscripción al Partido Socialista Obrero Español (PSOE) a lo largo de la mayor parte de la Dictadura de Primo de Rivera sino hasta ese momento. Cuando se proclama la República a Quintanilla se le encargan los frescos de la Casa del Pueblo de Madrid, en la Ciudad Universitaria madrileña y el monumento a Pablo Iglesias que erigió colaborando con Emiliano Barral. De todos estos trabajos, tras la Guerra Civil apenas quedó nada, salvo el fresco de la Ciudad Universitaria que ha sido recuperado y restaurado y actualmente está en Museo Reina Sofía de Madrid.

 

En 1934 expone en el Museo de Arte Moderno grabados sobre la vida en las calles de Madrid. Pasan los tiempos felices de la República. Con el estallido de la Guerra Civil Quintanilla se exilia en los Estados Unidos y se casa con Jan Speirs. Llega a Hollywood, donde conoce y pinta a numerosos artistas muy alejados del mundo bohemio y comprometido que vivió en París o en Madrid. En 1939 expone en el Museo de Arte Moderno de New York. Mantiene estudio en New York, donde realiza diversas exposiciones. En 1957 expone en París y se queda a vivir allí definitivamente. Tras la muerte del general Franco regresó a España, donde murió en 1978.

 

El director del Museo de Santander, Salvador Carretero, afirma que se podría definir a Quintanilla como un hombre dotado de una tremenda vitalidad que quiso comprometerse de hecho con una actitud social y política que le era afín. Fue un autodidacta que conoció directamente las innovaciones y actitudes más progresistas en París y Nueva York, en sus momentos más álgidos. Su pintura se caracteriza por una temática de compromiso social, de acuerdo a su ideología política. Así mismo, se preocupaba por el paisaje y la naturaleza muerta. En cuanto al color, a Quintanilla le interesan las modulaciones, utilizando el color luminoso dentro del mismo color, logrando tonalidades tendentes a la acidez. Es evidente que se aprecian influencias varias que va tomando directamente de los grandes maestros cubistas, fauvistas y postimpresionistas, sin poder definirle jamás como tal en cada uno de los aspectos. El Museo de Bellas Artes de Santander posee en propiedad más de cien óleos de Luis Quintanilla, así como, en menos medida, algunos dibujos y grabados, éstos de la época de la Guerra Civil.