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El Museo del Prado en el MAS

“El arte que conecta”, el Museo del Prado y Telefónica acercan las colecciones del Prado a toda la geografía española Este proyecto…

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Presentación libro "MAScolecciones2021. Catálogo sistemático"

Viernes 24 de noviembre de 2023

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Día Internacional de los Museos 2023

Jueves, 18 de mayo

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Presentación libro "MAScolecciones2021. estudios y Reflexiones"

Viernes 19 de mayo a las 19.00h

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Fernanado Zamanillo, socio de honor de "amigosMAS"

La Asociación amigosMAS ha decidido nombrar como primer Socio de Honor a Fernando Zamanillo. Será el próximo viernes 25 de noviembre…

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Proyecto Museológico y Museográfico

Documento de trabajo del MAS que desde mediados de los noventa del siglo XX se desarrolla y actualiza de acuerdo a los nuevos contextos.

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El MAS restaura toda su colección de estampas de Goya

Las 97 estampas propiedad del MAS, pertenecientes a 4 series diferentes, han sido restauradas en los últimos meses.

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Marisa Samaniego

MARISA SAMANIEGO

 

Profesora titular del Departamento de Filología de la Universidad de Cantabria. Además de su trabajo como profesora, desarrolla en Santander una destaca labor en el campo de la actividad cultural, centrada principalmente en la animación a la lectura, campo en el que tiene una dilata experiencia y en el que ha logrado involucrar en el amor a los libros a decenas y decenas de personas de distintas generaciones.

 

Estudio de cabezas

Desde los inicios de este ciclo, los alucinantes o alucinados explican porqué han elegido una obra de arte. Una idea bonita, personal. Pues bien, ésta es mi razón-sorpresa. Una razón afectiva, sentimental.

Mariano Fortuny, pintor romántico-realista catalán, español oriental, mago del color, forma parte de mi vida.

Este cuadro fue un obsequio que el señor D. Blas Achúcarro le hizo a mi madre, le tocó en una rifa en el baile de la prensa de Valladolid.

Mi padre le llamaba La rebotica, quizá porque era boticario.

No recuerdo qué lugar ocupaba en nuestra casa de indiano de Colombres, en Asturias, supongo que estaría en el comedor.

Aquí, en Santander, está donde mi padre lo colgó, con ese trozo de cuerda, y un papelito pegado en el reverso, a la derecha, con su letra: “Fortuny”.

Son cuatro personajes masculinos, tres sentados en torno a una mesa, leen, otro, de pie, observa, mira, detrás una librería en la que también hay botellas. En un lateral una bandurria. Y en una esquina, a la izquierda, la firma del autor acompañada por una evidente señal de carcoma. De los tres agujeritos que hay, en la parte baja, justo uno de ellos está debajo de su nombre, entre la F. y la  O.,como queriendo confirmar la huella del tiempo.

E1 punto de luz del claroscuro, de ese tenebrismo, lo da la camisa blanca (debe de estar contento porque “no tiene la camisa negra”) del que está de pie, “acodado en la mesa” (título de una obra suya).

Puede recordarnos este cuadro a E1 coleccionista de estampas y también a la parte no goyesca de  “la vicaría”, aunque hay un aura goyesco.

Es probable que pertenezca a la serie “La lectura”, pintada en Roma: “el aficionado a la lectura” es un prototipo de actitud que responde a ese estilo teatral de temas del siglo XVIII.

A1 igual que en La rosa púrpura de E1 Cairo de W. Allen, estos personajes entran y salen del cuadro. Ellos leen, yo leo, y noto, siento su protección y compañía. Por las mañanas los tengo detrás, por las tardes de frente.

En los Encuentros que sobre la Edición organiza la U.I.M.P., hace años regalaban ejemplares de una revista de Arte: Fragmentos, del Ministerio de Cultura, dirigida por Victor Nieto, en el número 7 de l986, hay un artículo de Carmen Gracia intitulado “Fortuny como coleccionista, restaurador y artesano”, en una de las fotos de su estudio en Roma, en el suelo, aparece este cuadro, no me lo podía creer, la lupa me lo confirmó.

Como os podeis imaginar, tengo un gran cariño a este ejemplar cuya portada nos lleva también a Italia con la pintura de Francesco Hayez: E1 beso (I1 bacio) que L. Visconti va a reproducir en Senso.

Sé que esta historia parece sacada de un relato de Aquí vivieron de Mújica Laínez. Me apetecía ver vuestras caras, sobre todo la de Salvador. Cuando en el Catálogo del Museo vi que había un cuadro de Fortuny me vino la bombilla. Creí que estaría colgado, pero forma parte de los fondos, del almacén del Museo. Me emocioné al verlo, pasé largo rato contemplándolo y recordé las palabras de María Zambrano: “Todo cuadro verdadero está en una cueva, en una soledad y en un silencio”. Espero que un día podamos disfrutar de él.

Hay un gusto del artista por el pequeño formato, derivado de los maestros holandeses del siglo XVII. Los tableautin -así llamados en Francia- eran pequeños cuadros de gabinete con escenas costumbristas, tratadas con minuciosidad y detallismo, muy en boga en aquella época. Ernest Meissonier fue un virtuoso del género, admirado por Fortuny. Sería el caso de nuestro cuadro familiar.

–Lo primero que hice con Estudio de cabezas fue contar, son siete: el número perfecto.

En el esoterismo aritmético, el 7 es la totalidad, lo eterno en evolución. Número perfecto donde se subliman lo espiritual y lo material. Es el número básico (septena) del sistema sagrado de la numeración mágica. En sus aspectos cosmogónico, astrológico, fisiológico, metafisico, tanto en su expresión geométrica como aritmética, es la perfección inigualable y completa. E1 acabamiento cíclico, la magia…

*Las siete notas de la gran arpa de la naturaleza, en las siete escalas musicales, con sus cuarenta y nueve posibilidades sonoras.

*Los siete colores del Arco Iris.

*Las siete Artes Liberales, consideradas en la antigüedad como propias del hombre libre, es decir, el Trivium (Gramática, Retórica y Dialéctica), más el Quadrivium (Aritmética, Geometría, Música y Astronomía).

*Los siete pisos de la torre de Babel.

*La siete murallas de Ecbatana, la remota capital de los Medos.

*Las siete maravillas del mundo.

*Los siete sabios de Grecia.

*Siete los reyes de Roma en la leyenda original.

*Las siete colinas de Roma.

 

También el siete era consagrado al dios Apolo.

Aristóteles,en el Libro I de La República dice que todas las acciones que los hombres ponen en práctica necesario es que las hagan por estas siete causas:

Por azar, por naturaleza, por fuerza, por hábito, por cálculo racional, por apetito irascible o por deseo pasional.

Y en el alcance místico de las tradiciones religiosas de todos los pueblos, aparece el siete con su prestigio totalizador.

En las viejas creencias del Irán son siete los resplandecientes sravach a quienes invoca Zaratustra contra el maligno Angra-Mainyu, según leemos en el Avesta.

También en los libros sagrados de la lndia, los textos védicos se refieren a los siete Aditias, regidos por su divino jefe Vacuna.

En la teogonía griega, los Titanes eran siete, incluido el hijo de Japeto, es decir, Prometeo, el liberador que entrega el fuego sagrado a la Humanidad.

En las tradiciones europeas,el simbolo siete perdura hasta la Edad Media a través de muy variadas alusiones, de la que es quizá la más poética el mito de los siete collares mágicos, recogido en la leyenda heroica de El Caballero del Cisne.

Si pasamos al Islam vemos a los peregrinos árabes dar siete vueltas simbólicas alrededor de la Kaaba. También se dice que alrededor del trono celestial de Allah hay siete círculos diversos de perfección; y es muy conocida la tradición de que Mahoma ascendió a los siete cielos sobre su caballo Alborak.

En la descripoión de las delicias del Paraíso se enumeran éstas ponderativamente en conjuntos de siete.

En la Biblia, a través dedos relatos del Antiguo Testamento podemos recoger alusiones referidas al simbolismo del siete:

*El año sabático, cada siete años, y al cabo de siete años sabáticos la celebración del año jubilar

*El rito de los siete cabezazos contra los arabescos en en granto del Pórtico de la Gloria en Santiago de Compostela.

*Siete fueron las plagas que profetizó José al faraón, con el sueño de las siete vacas gordas y siete flacas, las siete espigas plenas y las siete vanas.

*Los siete velos de Salomé, en su danza.

*Los siete brazos del candelabro, representando la creación y los planetas, así como los siete cielos.

*Las siete vueltas del Arca alrededor de los muros de Jericó.

*Los siete años empleados en construir el Templo de Salomón en Jerusalén

 

Los Budistas también creen en siete cielos. Para los chinos representa las siete estrellas de la Osa Mayor.

Pero no se quedan atrás las tradiciones cristianas a partir del Apocalipsis de San Juan o Libro de la Revelación, donde se percibe un desarrollo esquemático de septenarios simbólicos por este orden: siete sellos, siete trompetas, siete visiones, siete copas.

Su armazón estructural es dócil a un ritmo septenario.

Tiene alrededor de cincuenta grupos de siete (incluyendo iglesias, candelabros, ángeles, trompetas) en su visión del Apocalipsis, donde se dice que el cordero “tenía siete cuernos y siete ojos que son los siete dones del Espíritu de Dios enviados a toda la tierra”. La bestia tiene, a su vez, siete cabezas.

E1 número siete es el de las iglesias que significa la Iglesia (con mayúscula). Su perfección se pierde en el 8.

San Juan recogía el lenguaje esotérico de los sabios de su época, para la cual el siete era ante todo signo alegórico de totalidad.

Herencia expresiva anterior en muchos siglos al saber israelita y babilónico, que en línea directa hundía sus raíces en la sabiduría de los sacerdotes-magos de Sumeria. De los sumerios hay un relato (el más antiguo de la Humanidad), que presenta a la diosa Inana en su viaje al mundo misterioso de los muertos. La diosa comienza por atar a su cintura los siete decretos divinos; y a su llegada ha de abrir las siete puertas, tras dejar en cada una algo de sus vestiduras, para llegar desnuda, como la verdad, ante los siete jueces, despojada de todo lastre humano.

Los babilonios,con sus conocimientos astronómicos contaban siete planetas (con el sol y la luna, ya que ellos sólo habían identificado cinco planetas reales: Júpiter, Venus, Saturno, Marte y Mercurio). Dividían el ciclo lunar en fases de siete días, aquí puede estar el origen de la semana. (Por cierto, Jesús Marchamalo, en La tienda de palabras observa que todos los días laborables de la semana se enuncian en plural, mientras que los del fin de semana lo hacen en singular).

La creación del mundo fue realizada en siete días. (Capítulo I del Génesis). Seis de la creación más el día del descanso de Dios.

En la Teología católica hay siete sacramentos, siete pecados capitales, siete virtudes cardinales.

E1 evangelista Mateo, narra en el capítulo 18: “Entonces, acercándose Pedro le dijo: ¡señori! ¿Cuántas veces he de perdonar a mi hermano si pecare contra mi? ¿Hasta sieté veces? Dícele Jesús: “No te digo hasta siete veces sino hasta setenta veces siete”, (es decir, siempre), el siete era lo máximo, una exageración.

San Marcos, en el capítulo 16 de su Evangelio nos dice cómo Jesús, una vez resucitado,s e apareció primero a María Magdalena, de la cual había lanzado siete demonios.

Hacia 1520 Barend Yan Orley pintó El juicio final y los siete actos de misericordia, un retablo que consta de un panel central y dos laterales, encargo de los limosneros de Amberes. Se refiere a las siete obras de misericordia que Mateo cita en el Nuevo Testamento al describir el Juicio Final.

Y para comprender el simbolismo de este número, nada mejor que analizar las palabras de Jesús en la cruz, esas siete palabras sobre las que Haydn compuso un magnífico oratorio, no representan en sí siete palabras, sino frases que dejan testimonio de la inmortalidad, de la transmutación del alma, al ser pronunciadas desde la cruz. Las siete palabras de Jesucristo simbolizan los siete cielos.

La importancia del siete en los cuentos maravillosos es evidente: aparece en la narración de los hermanos Grimm: Los siete cuervos. Son siete hermanos que desaparecen y se convierten en cuervos al nacer su hermanita. Es preciso recoger agua de un pozo para el bautismo de la niña, pero el cántaro se rompe y este episodio da pie a la historia.

En un cuento como Blancanieves ocupa un lugar preponderante: al cumplir siete años, Blancanieves adquiere la belleza, al entrar en la casita del bosque descubre siete platitos, siete cuchillitos, siete tenedorcitos, siete vasitos y siete camitas; Blancanieves come y bebe siete veces; cuando decide dormir se acuesta en la séptima camita; la casa pertenece a siete enanitos; los enanitos encienden siete lamparitas para iluminar la casa, hablan los siete según su número (l, 2, 3, 4,5, 6 y 7); alumbran a Blancanieves con sus siete lamparitas; al despertar Blancanieves se asusta al ver a los siete enanitos.

Sigamos con las repeticiones del número:

cuando la reina pregunta al espejo sobre su belleza, le responde que Blancanieves es la más bella entre los siete montes con los siete enanitos; siete veces la reina pregunta al espejo.

Tiene un valor iniciático el siete en el cuento, es el número de la revelación del gran secreto de la vida porque sólo tras preguntar la madrastra siete veces al espejo por la belleza de la niña (símbolo de la pureza porque sólo lo puro, sin mácula, puede ser bello), Blancanieves se convierte en reina, resucita a la vida como Reina, como iniciada, después de intentar matarla en tres ocasiones y llorarla tres días.

Y Pulgarcito ¿quién era?, uno de los siete hijos de un matrimonio pobre. La mujer del ogro, la bruja, también tiene siete hijas. El ogro persigue a los siete hermanos con las botas de siete leguas, uno de los “objetos encantados”.

Hay una versión recogida por los Hermanos Grimm en la que Pulgarcito es hijo único y nace a los siete meses.

Otro cuento lleva como título: El lobo y los siete cabritillos.

Es curioso recordar obras literarias en las que esté presente dicho número:

*Dante habla de las siete terrazas o franjas del Purgatorio en su Divina Comedia, que corresponden a los pecados capitales. Un ángel dibuja sobre la frente del poeta siete veces la letra P, que representa cada uno de los siete pecados capitales.

*E1 escritor ruso Leonid Tsypkin dice en la novela Verano en Baden-Baden (topónimo-eco): “Había algo extraordinario en este número... era una cifra especial”.

O bien en los prppios títulos:

*Las siete partidas: el código jurídico elaborado bajo la dirección de Alfonso X el sabio, cuyo nombre está formado por siete fonemas.

*Los siete pilares de la sabiduría de Sir Thomas Edward Lawrence, más conocido como Lawrence de Arabia o quizá Peter O’Toole.

*Los siete minutos de Irwing Wallace.

*Los siete locos del argentino Roberto Arlt.

*Las siete vidas del gato de E. Jardiel Poncela.

*Los siete viajes de Sinbad el marino.

*El Haft Paikar de Nizâmî, un poeta persa avalado por ltalo Calvino, traducido como Las siete princesas, pero que debería traducirse Las siete efigies o Los siete ídolos, un poema persa del siglo XII en el que la cifra mágica se repite por doquier.

*El poeta Juan Cobos Wilkins ha reunido este año varios relatos escritos a lo largo de dos décadas. Siete parejas y un solitario es un libro caleidoscópico. Sus narraciones puden leerse como un volumen unitario.

*Títulos heptasilábicos tienen los poemarios de Antonio Carvajal, amparados por el misterio gozoso del siete, número de la vitalidad regeneradora, Del viento en los jazmines, por ejemplo.

*Y los títulos de las novelas del argentino Juan Filloy no pasan de siete letras, una pulsión cabalística que nunca rompe.

*Siete cantigas de alén (siete cantigas de más allá) es el primer puñado de poemas gallegos que publicó J. A. Valente. Suyo es un breve volumen: Siete representaciones, con composiciones a los vicios capitales, en los que la intención ética se reviste de una ironía a lo Quevedo.

*En las Baladas líricas de Wordsworth y Coleridge hay un poema de Wordsworth que lleva como título: “somos siete”.

*Siete romances de Joaquín Romero Murube, que dedicó a Lorca, sin nombrarlo.

*Los siete contra Tebas es una de las tragedias de Esquilo.

*Bram Stoker (el autor de Drácula), escribió La joya de las siete estrellas.

*Uno de los tomos del diario de Andrés Trapiello se intitula Siete moderno.

*La montaña de los siete círculos de Thomas Merton.

*Las siete ciudades del Cibola de Jesús Ferrero.

*El loro de siete lenguas del artista pánico A. Jodorowsky.

*Siete Manifiestos Dadá de Tristan Tzara.

*Siete historias bochornosas del escritor olvidado argentino Mariani. Libro único (porque no escribió más) y genial.

*Los siete sabios de Roma. Anónimo del siglo XIII.

*Siete pecados capitales de Milorad Pavic.

 

También Miquel Obiols escribió Datrebil, 7 cuentos y un espejo (Datrebil al revés= libertad), y la colección Iris, siete libros que constituyen unidad, empiezan de la misma forna y tienen unos finales “abiertos” (muy rodariano).

Los personajes centrales son los Iris, pequeños animalillos de siete patas que un día cayeron de un Arco. En cada libro un solo color: los siete colores del arco iris que se separan al principio y se reencuentran al final. Las siete historias transcurren en siete lugares distintos y complementarios.

*Siete ratones ciegos, álbum ilustrado del chino Ed Young.

*Siete reporteros y un periódico, de Pilar Lozano.

*Jaume, Nooman i la furgoneta de 77.777 euros, del valenciano Vicent Pardo.

*Yakov y los siete ladrones, de Madonn Ritchie.

*Panamá o las aventuras de mis siete tíos, de Miriam Cendrars.

*Las siete cabritas, de Elena Poniatowska.

*Siete cuentos imposibles, de Javier Argüello.

*Cuentos de los siete vientos, de Julio Camarena.

*El lagarto de las siete camisas (cuento maravilloso).

*Uno y siete, del admirado Gianni Rodari.

*Los siete mensajeros, relatos antológicos del italiano Dino Buzzati, que acaban de ser reeditados.

*Siete relatos capitales, de José Ferrater Mora.

 

Y de siete viene séptimo, Séptimo Miau, el nombre del farandul de Divinas palabras, de Valle Inclán. Miau nos lleva a gato y séptimo las siete vidas de un gato (porque en España son siete, no nueve como en Inglaterra). Y Pedro Gailo, el sacristán, en la última escena, desde el alero, “se tira de cabeza” y no le pasa nada, una voz dice: “¡Tiene siete vidas!”.

En la misma obra se dan siete casos de animalización en los personajes.

*Siete maneras de decir manzana, un librito breve pero delicioso del poeta Benjamín Prado donde el número corresponde a a los siete capítulos y la manzana remite al fenómeno poético, era la advertencia de Rilke: “Atreveos a decir lo que llamáis manzana”.

*Siete capítulos tiene, también la obra colectiva dirigida por Teresa Colomer: Siete llaves para valorar las historias infantiles.

 

En fin, esos locos del lenguaje, matemáticos ellos, que fueron los oulipistas franceses. Una de las técnicas que utilizaban para transformar textos se llamaba S+7 y consistía en: “Partiendo de un texto base, literario o no, y con la ayuda de un diccionario, reemplazar en él cada sustantivo (S) por el séptimo (+ 7) que se encuentre en el diccionario elegido contando a partir del sustantivo”.

Raymond Queneau no deja nada al azar. Su preocupación son los números, ve en los números los principios que rigen el universo.

Si aislamos el texto central de su libro Ejercicios de estilo, las 99 variaciones sobre un mismo tema quedan así: 49 (7X 7) + I + 49 (7 x 7) nos da un cuádruple de 7. Todavía más: sus dos nombres y apellido contienen siete letras, siete fonemas, multiplicando 3 x 7 nos da 21, que es el día en que nació.

Podiamos hacer lo mismo con el cine (considerado como el séptimo arte)

*Siete años en el Tibet (J. J. Annaud).

*Siete boinas rojas (M. Siciliano).

*Los siete bravísimos (León Klimowsky).

*Siete cabalgan hacia la muerte (J. L. Merino)

*Siete calles (Juan Ortuoste y Javier Rebollo) (las de Bilbao)

*Siete contra la muerte (E. G. Ulmer).

*Siete contra todos (Michele Lupo).

*Las siete Cucas (Pelipe Cazals).

*Los siete de Pancho Villa (J.Ma Elorcieta).

*Siete días de enero (J. A. Bardem).

*Siete días de mayo (John Frankenheimer).

*El séptimo día (Carlos Saura).

*El séptimo sello (I. Bergman).

*Siete dólares al rojo (Alberto Cordone).

*Siete en el abismo (Mario Siciliano).

*Siete espadas (Tsui Hark).

*Siete espías en la trampa (Mario Amendola).

*Siete esposas para un marido (Sidney Gilliat).

*Siete hombres al amanecer (Lewis Gilbert).

*Siete hombres de oro (Marco Vicario).

*Siete hombres y un cerebro (E. Ross).

*Siete hombres para la horca ( Budd Boeticher).

*Siete kilos en siete días (Luca Verdone).

*Los siete locos (L. Torre Nilsson).

*El siete machos (M. M. Delgado) Nombre de una “banda”. Una de las primeras películas con Cantinflas como protagonista.

*Las siete magníficas (Cianfranco Parolini).

*Las siete mágníficas y audaces mujeres (Dario Herreros).

*Los siete magníficos (John Sturges).

*Los siete magníficos del espacio (Jimmy T. Murakami).

*Siete minutos para morir (Ramón Fernández).

*Siete muertes por prescripción facultativa (Jacques Rouffio).

*Siete muertos en el ojo del gato (Antonio Margheriti).

*Siete mujeres (Juan Bustillo Oro)

*Siete mujeres (John Ford).

*Siete mujeres atrapadas (Mark Rosman).

*Siete mujeres para los Mac Gregor (Franco Giraldi) y Siete pistolas para los Mc Gregor, del mismo director.

*Siete novias para siete hermanos (Stanley Donen) y Los siete deseos, del mismo director.

*Siete ocasiones (Buster Keaton y Donald Crisp).

*Siete pecadores (Tay Garnett).

*Siete pistolas para Timothy (Rómulo Girolami).

*Los siete samurais (Akira Kurosawa).

*Siete torres (Joe Moy).

*Siete veces mujer (Vittorio De Sica).

*Siete veces, siete (Michele Lupo).

*7 Winchester para una matanza (Enzo Castellari).

 

En la composición de Fortuny se aprecia un “pentimento” (arrepentimiento), aspecto poco conocido del pintor (hay un rostro que se intuye, una distancia entre la nariz y la boca, parece una radiografía). Estas dudas dicen mucho del proceso de elaboración de sus cuadros, de su carácter reflexivo. Por alguna razón ha evitado un octavo personaje. A la derecha ha tapado algo con pintura blanca, tiene forma de cráneo.

Si los libros crean redes y nos llevan a otros libros, también las cabezas nos llevan a otras cabezas:

*Tiziano y su Alegoría de la prudencia. Tres rostros humanos y tres de animales en perfecta simetría reflejando el paso del tiempo. La cara del artista representa el pasado y la vejez, la de su hijo el presente y la madurez, y la de su nieto el futuro y la juventud.

*Rubens: Estudios para la cabeza de un negro. Cuatro figuras, una de ellas sonríe, las otras, de mirada espectante o perdida.

*E. Munch: Joven y tres cabezas de hombres, obra descubierta recientemente. Una joven sentada, pensativa, ante las tres cabezas de hombres. Posiblemente representa los temores hacia el sexo masculino que las niñas sienten en la pubertad.

*William Hogarth: Los sirvientes de la casa Hogarth. Seis en total. Un hombre en el centro y alrededor tres mujeres, un nino y otro hombre de edad madura.

*Gilbert Stuart: Elizabeth Patterson Bonaparte. Un retrato femenino, tres cabezas iguales, tres rostros iguales: dos nos miran, el de frente y el de la izquierda, de perfil el primero; son rostros serenos que parecen esperar algo, una respuesta, un gesto.

*Giuseppe Arcimboldo el mago, el ilusionista que se adelantó en siglos al surrealismo. Lo que fascina a la corte austriaca son sus sorprendentes cabezas compuestas de flores, frutos y animales que ocultaban un complejo significado alegórico en los ciclos de las “Cuatro estaciones” y los “Cuatro elementos”. Sin olvidar El Bibliotecario, todo un homenaje al libro.

*La melancolía y encanto del Niño Húsar y Nido con chistera, esculturas de Ramón Muriedas, amén de Cabeza tumbada.

*Y en este caso un nombre nos lleva a otro nombre: Jesús Avecilla: desgarro y hondura en la enorme serie de cabezas con ecos de Brancusi, hasta de patata o noray.

*De entre los 450 objetos sobre el Imperio Azteca que hemos podido ver este verano en el Guggenheim de Bilbao, había un fragmento de brasero antropomorfo que me llamó la atención por su originalidad: un rostro en el centro, jovial y lleno de fuerza, en contraste, el mascarón exterior tiene los ojos cerrados aludiendo a la muerte, en medio, la vejez y las vivencias, la senectud, visible en las arrugas del personaje. Tres rostros, tres momentos de la existencia, la vejez y la muerte, en sus mitades, ejercen de cortinas para mostrar la plenitud de la vida.

Como dice Carlos Fuentes en Viendo visiones: “El culto de la muerte que se nos atribuye a los mexicanos es, desde luego, un culto muy antiguo y universal. Lo que sucede es que en México el sincretismo indohispánico llegó a la conclusión de que la muerte en sí no existe. Para nosotros la muerte es origen. Descendemos de la muerte. Somos hijos de la muerte. Todo es vida, y la muerte es parte de la vida”.

Dando un salto a las nuevas tecnologías nos encontramos con Bill Viola, video artista americano que en la serie Las Pasiones explora el poder y la energía de las emociones humanas, inspirándose en pinturas medievales y renacentistas de carácter devocional.

El video le permite mostrar con mayor intensidad y a partir de la ralentización de las imágenes, las expresiones cambiantes, la inquietud prolongada de caras y cuerpos. Establece un lenguaje básico para formular el dolor, la angustia, la incertidumbre, el recuerdo o la sorpresa; una gramática de las emociones que interpela y atrae al espectador. Los actores aparecen vestidos de calle queriendo sugerir que las pasiones extremas de la Biblia se pueden producir entre nosotros.

Cada vez más se está convirtiendo Viola en un poeta de las glorias del rostro.

Una de las trece videoinstalaciones que presentó este año en Madrid fue Seis cabezas, en dieciocho minutos de proyección vemos la imagen de un hombre que atraviesa seis transformaciones emocionales distintas. Todas las cabezas comienzan con una expresión semejante para ir cambiando hasta que vuelven a su estado de reposo y en las que observamos júbilo, pesar, enojo, temor, sobrecogimiento y sueño.

La obra tiene influencia de algunos dibujos de José de Ribera, pero sobre todo de un Estudio de cabezas -llamado así, precisamente- del español Antonio de Pereda a comienzos del siglo XVII. Son cuatro cabezas de un santo anciano. Así mismo, Julio González denomina Estudios de cabezas, a unas obras realizadas a lápiz, pluma y tinta china.

*Entre las esculturas políticas que el alemán Thomas Schute presentó en Oporto el mes pasado, había unas piezas de cerámica: Dirty Dictators, “Dictadores de barro”. Son cuatro cabezas mudas que nos alertan sobre los peligros que siguen amenazando al mundo actual.

*Tres cabezas de Mathis Grunewald ilustra la cubierta del libro de J. A. Valente Variaciones sobre el pájaro y la red en la editorial Tusquets.

*Y el pasado sábado, un suplemento cultural abría sus páginas con Cabeza dadá de Sophie Taenber-Arp.

 

En la Mitología se unen los dos símbolos con los que he alucinado:

-el número siete.

-y las cabezas

en la “hidra de siete cabezas”, la serpiente o dragón que habitaba en las marismas de Lerna.

En el ángulo superior derecho del cuadro de Fortuny se lee: “Apuntes de unas caricaturas que mi amigo Fortuny me regaló en su estudio el día de mi santo. Jaime Infante”. Y en el ángulo inferior izquierdo: “Me regaló cabezas”, alternando mayúscula y minúscula. ¿Por qué Jaime Infante utiliza el término “caricatura”?

La caricatura destaca los rasgos disonantes, lo no perfecto, exagerando la fisonomía humana con el fin de obtener un efecto humorístico. No se trata aquí de eso.

El retrato es un género figurativo nacido con el fin de pasar a la posteridad el aspecto físico de un individuo y los caracteres de la personalidad (lo que en literatura se conoce como prosopografía y etopeya).

Hay dos grupos en este conjunto: una trinidad central y a la izquierda los demás retratados.

Un protagonista, figura principal, el del turbante, que provoca con su atuendo el ambiente oriental de la pintura, -¿autorretrato?- flanqueado por dos, el más próximo, terminado, cuya barba se junta casi con la ropa de la persona que más interesa del cuadro y se percibe en él una mirada cómplice, de firmeza.

La otra figura del pelirrojo es la única que está abocetada, sin terminar.

En los cuatro restantes sus expresiones faciales, sus miradas perdidas, parecen ausentes de la escena.

Todos llevan bigote y dos sin barba, los más jóvenes, se me antojan dos versiones de Rimbaud en Abisinia.

El del puro, con los ojos cerrados, concentrado, absorto, y un pelo en desorden.

El otro, con su aire cándido, ingenuo, es el único que lleva lazo, en lugar de corbata.

Y su inmediato compañero, con su mirar de ojos azules, parece ignorar que su cuello forma un triángulo en la frente del que está debajo. Las semblanzas son todas serenas, relajadas.

Se palpa la arena, se palpa el desierto, da la impresión de que allí ha querido llevar Fortuny a sus amigos.

El tono del fondo es un gris entre verdoso y marrón. Dice Jiménez Lozano que “Leonardo da Vinci aconsejaba un tiempo gris o el crepasculo como el momento apropiado para hacer un retrato, y recuerda que la observación de los rostros, vistos al caer la tarde, ofrece pocas diferencias entre las sombras y las luces”.

Los colores fríos se complementan con los cálidos, los primarios: el rojo, dominante en el personaje central, el color dilecto con el que a veces firmaba el pintor. También el fuego del puro encendido. Y los lunares de la corbata-vértice al triángulo. Consigue un contraste colorista típicamente clásico (mezcla de rojo y negro).

Y el azul ultramar de la cajetilla de tabaco, de los ojos del rubio y del pelirrojo y el toque del turbante por detrás.

La mancha que hay en el ángulo izquierdo, entre los dos jóvenes, me ha recordado unos versos de G. M. Hopkins, pintor también, que presta gran atención a las manchas. Para él, en el poema “Pied Beauty” el objeto recibe una captación total:

Gloria a Dios por las cosas jaspeadas:

el cielo bicolor, como una vaca;

los lunares rosados de la trucha que nada,

la tierra parcelada -praderas, rastrojos, sembrados-;

todos los oficios y sus instrumentos, herramientas y trastos.

Todo lo contradictorio, original, superfluo, extraño;

lo inconstante, pecoso(a saber cómo),

raudilento, agridulce, claroscuro.

 

Fortuny, pese a su temprana desaparición (36 años) fue, en el último tramo del siglo XIX uno de los artistas más internacionales y cotizados de los pintores españoles, razón por la cual la mayor parte de sus obras se conservan en colecciones americanas.

 

Sus viajes a Marruecos fueron decisivos en su vida, país que le impresionó y renovó su pintura rebosando su paleta de color.

En los últimos años siente la voz interior de la luz. Trata de llegar con su pincel al mismo origen de la luz. La captación de la luz es ya su única preocupación.

Camina a pasos agigantados hacia lo que poco después sería el Impresionismo. El fue el creador del “luminismo impresionista”. No es de extrañar que, incluso, los impresionistas rusos sintieran admiración por él, como se ha podido constatar en una exposición en Gerona, en mayo de este año.

Es al final un Fortuny de vanguardia, pintor nacido en Reus, ciudad pródiga en artistas, como el escultor Joan Rebull, el poeta Gabriel Ferrater o el musicólogo Higinio Anglés.

Sin embargo, y a pesar de lo dicho, su interés último no era el de seguir por la vía impresionista como se podría pensar, volvía la mirada al pasado según sus deseos poco antes de su prematuro fallecimiento, ahora lo que le interesaba era el “Quattrocento” italiano.