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El Museo del Prado en el MAS

“El arte que conecta”, el Museo del Prado y Telefónica acercan las colecciones del Prado a toda la geografía española Este proyecto…

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Presentación libro "MAScolecciones2021. Catálogo sistemático"

Viernes 24 de noviembre de 2023

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Día Internacional de los Museos 2023

Jueves, 18 de mayo

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Presentación libro "MAScolecciones2021. estudios y Reflexiones"

Viernes 19 de mayo a las 19.00h

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Fernanado Zamanillo, socio de honor de "amigosMAS"

La Asociación amigosMAS ha decidido nombrar como primer Socio de Honor a Fernando Zamanillo. Será el próximo viernes 25 de noviembre…

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Proyecto Museológico y Museográfico

Documento de trabajo del MAS que desde mediados de los noventa del siglo XX se desarrolla y actualiza de acuerdo a los nuevos contextos.

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El MAS restaura toda su colección de estampas de Goya

Las 97 estampas propiedad del MAS, pertenecientes a 4 series diferentes, han sido restauradas en los últimos meses.

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Marisa Campo

MARISA CAMPO

 

Poeta y escritora. Está incluida en la Antología Nueve Novísimos de la poesía en Cantabria(1998). Ha publicado sus trabajos en diversas revistas (Peonza, Pluma y pincel...). Ha organizado exposiciones y homenajes poéticos a poetas de la talla de Rafael Alberti o José Hierro. Es autora del libro Cuaderno de bitácora (2003).

 

Pincelada Infinita

Al acercarme a una obra por primera vez, puedo optar por observarla de dos maneras:

 

1. A través del análisis técnico y el contexto cultural en el que el autor está inscrito .

 

o bien:

 

2. Dejando fluir las sensaciones que me producen el color y la textura, antes de ubicarme en el espacio y reconocer las formas que la ocupan. Por último, abordar el tema que representa y la idea o concepto que la pintura comunica.

 

También puede ser una mezcla de ambas.  

 

Como se trata de una alucinación literaria a partir de una imagen, es necesario adentrarse en la realidad representada y olvidar los límites espaciales y temporales.

 

Siguiendo el rastro de las pinceladas de Mario Rey, es posible recrear un universo de impresiones vivas.

 Podemos asistir a una naturaleza que se ha inventado a sí misma, creando lugares o “deslugares”que sólo el pensamiento del hombre es capaz de producir.

 

A fuerza de copiar modelos clásicos, la arquitectura de las ciudades inspirada en aspectos simétricos del mundo vegetal y pétreo, se ha ido transformando hasta desembocar en una jungla de geometría. Las grandes metrópolis cobran la identidad y  belleza de la que gozan los paisajes insólitos.

 

El rey de esta selva es el hombre. Él es la materia orgánica que trepa como una enredadera en busca de luz. Va dejando la huella de su pensamiento en los muros, en un afán de marcar su territorio. En medio de un desierto cubista, la ciudad nos vuelve anónimos y es necesario mostrar como antaño, la señal que nos distingue. Si antes una mano en negativo, perpetuaba la identidad de un clan, ahora lo hará una firma que se repite hasta la saciedad en cada pared, en cualquier rincón, a cientos de kilómetros incluso. Hemos superado las barreras de la distancia. Es el “Getting up”, el dejarse ver y que los demás sean conscientes de que aún entre una multitud “somos” y buscamos ser reconocidos por nuestros semejantes. La avalancha de información que se mueve a una velocidad de vértigo, no impide que tu lenguaje plástico quede impreso a golpe de spray en las fachadas o en las estaciones de metro suburbano.

Todos estamos buscando la salida de este laberinto, símbolo del límite entre hombres mortales y la inmortalidad de los dioses. Para no perder el hilo de Ariadna, hay que elevar la mirada y buscar un punto de referencia.

Es necesario definir tu propio estilo de vida y no desmarcarte del grupo. Se corre el riesgo de no ser aceptado en los círculos que deciden los modelos a los que te debes ajustar. Hay un supremo mandamiento que encierra todos los demás. Se reduce a una premisa: ”Hagas lo que hagas, procura obtener al menos algún beneficio” y por esos cauces estrechos discurrimos todos, sin pararnos a pensar si existirá la más remota posibilidad de ser un poco más felices. Algunos se detienen en medio de la corriente y marchan en su contra, pero son los soñadores, los visionarios y el éxito, aunque no les está vetado, suele llegarles después de muertos. Auténticos convidados de piedra, asisten a la celebración de su nombre cada cien años y adquieren  la categoría de arquetipo de tanto no parecerse a la realidad.

A veces me pregunto que clase de héroes pervivirán en el recuerdo, cuando hayan pasado  miles de años. ¿Será como evocar a los primeros artistas de la historia, seres anónimos, que encierran la esencia del ser humano que nos ha precedido, donde la individualidad se pierde en el género?

 

A las ciudades se les desprenden las vísceras. Parecen calcos de los arquitectos Richard Rogers y Renzo Piano, sacando las entrañas a los edificios públicos, en un entramado de tuberías verdes, amarillas y azules.

De esa masacre, salen los desfavorecidos por la fortuna. Buscando una alternativa a las peleas entre bandas callejeras rivales, renacen de las cenizas como un ave fénix, los marginados.

 En el verano de 1975, el sur del Bronx ardía. Se trataba de expulsar a esos molestos inquilinos que se habían instalado en los guetos de Nueva York. Los jóvenes de color y portorriqueños sin empleo, buscaban alternativas. Tocar un instrumento se convertiría en una tabla de salvación.

Las danzas jamaicanas se adaptaban al asfalto de Nueva York. Sin recursos, un incipiente imperio musical se  mueve dentro de la ilegalidad. Conecta sus equipos de estéreo al alumbrado público y comienza un movimiento artístico en alza, que lejos de extinguirse, llega a las universidades.

El disc- jockey  jamaicano Kool Herc se hace famoso con sus rupturas de ritmo.

 El caos de la megápolis se reorganiza para crear una cultura liberadora que responde al  estado de ánimo. La calle es un escenario al que se suben otros medios de expresión. Retomando las tradiciones populares y sin poder evitar el caer en las redes del consumismo, aparecen los MC´s,  juglares de finales del siglo XX.  El hombre vuelve a hundirse en las raíces más profundas del mito.

La ciudad se ensancha y parece ofrecer un cubículo a cada individuo. El plano que ocupamos es un merecido puesto que nos convierte en guardianes de nuestra propia soledad y los dominios de nuestros semejantes pueden adquirir proporciones descomunales.

El reducto se mantiene intacto, es una mancha plana de color y en sus coordenadas, espaciales y temporales, serpentea el movimiento. Mario Rey ha trazado un mapa virtual en el que caben todas las imágenes del mundo urbano. Su abstracción, no es sólo pintura. Va rompiendo la armonía de Piet Mondrian y  se erige creador de un nuevo orden respetando la imperfección humana.

Lo abstracto no es más que una imagen visual convertida en ideograma.  Las series fotográficas, la pintura, las instalaciones del artista, van buscando lugares vacíos para la composición.

Desde el Neolítico el hombre se ha empeñado en producir una mutación en la naturaleza. Es el arquitecto que introduce el lenguaje escénico de la piedra.

 Aaron Watson buscando el origen del misticismo en los primeros megalitos británicos, descubre que el círculo de Stonehenge y algunos túmulos funerarios tuvieron una importancia sobrenatural para nuestros antepasados.

Al parecer, el sonido al chocar con la piedra era alterado de tal forma que lo volvía irreconocible. El ser que hablaba bajo la piedra oía una voz que no era la suya. ¿Creían haber descubierto la existencia de un mundo no visible capaz de perpetuar su imagen?

La intervención del hombre genera y multiplica los espacios. Introduce elementos que desafían el paso de los siglos. Estos escenarios monumentales retienen como la piedra, el eco de la presencia humana y en un rectángulo de color vemos las sombras de los que nos han precedido. Aunque no estén presentes, pasan a modo de relieves esculpidos por Platón, en el fondo calcáreo de una gruta.

Un fotograma infinito discurre ante nuestra mirada atónita y sin salir de la techumbre que nos resguarda, abrimos las puertas de la intuición para asistir a un espectáculo sorprendente. Me he asomado a esta naturaleza seca y he tenido la sensación de estar contemplando la sobria belleza de un jardín japonés, tras haber permanecido largo tiempo en la estética de un paraíso renacentista. 

 

Roland Barthes, representante del estructuralismo en el campo de la creación y la crítica literarias, se preguntaba sobre lo que podía entrar en la categoría de mito en el siglo XX. Desde el principio hay que entender que el mito nace en el seno de un sistema de comunicación, un mensaje, una palabra. Pero la palabra puede volverse imagen, puede abandonar el discurso oral, la representación escrita y ser mítica, entonces como Mario Rey, puede servirse de cualquier soporte: la fotografía, el cine, los reportajes, el deporte, los espectáculos, incluso la publicidad, puede ser motivo de composición tal y como lo demostró Andy Wharhol.

El lenguaje, debe ser entendido como una síntesis significativa, independientemente de que sea verbal o visual. Los objetos pueden convertirse en palabras si significan algo.

Mario Rey comunica con el color, abre los espacios para que penetre la imaginación y dota a sus obras de un lenguaje singularísimo que induce a especular si su concepto de gran ciudad - que elimina la figura humana pero que absorbe toda la acción interventiva del hombre - es un plano sobre el que pinceladas infinitas, se empeñan en recrear un universo poblado de signos, para que cada lugar escogido por el artista, se transforme en un “no lugar“ legendario.